Ha llegado el momento más esperado de todas las ediciones de Supervivientes: la unificación de grupos (aunque no la última). Después de más de cuatro semanas donde los habitantes de Playa Limbo han permanecido ocultos del resto, Kiko Jiménez, Arantxa del Sol y Blanca Manchón llegaron el pasado martes a la palapa para ser descubiertos por los participantes, los cuales se quedaron sin habla al verlos.

La pareja de Sofía Suescun no podía evitar las lágrimas al revivir un momento tan especial: “Estoy temblando. Me parece increíble. No me imaginaba volver a estar aquí de nuevo y me parece que soy un privilegiado”, aseguraba. Por su parte, Arantxa y Blanca se reunían con sus excompañeros con muchas ganas de retomar las cuentas pendientes que dejaron sin resolver tras su expulsión; mientras que la primera ha decidido poner punto y final a su amistad con Ángel Cristo, la segunda ha cambiado su percepción hacia Miri, la cual considera que es una gran estratega.

Aunque Kiko aún no ha convivido con ninguno, lo cierto es que confesó que le iba a costar llevarse bien con algunos de ellos: “Suelo llevarme bien con todo el mundo, pero podemos chocar. Pensaba que iba a ser un casting muy tranquilo, pero a raíz de ir conociendo las versiones de los concursantes que han pasado por Playa Limbo, he alucinado”, explicaba.

Los concursantes se quedaron alucinados con la llegada de estos tres nuevos supervivientes a los Cayos Cochinos, pero tras la bienvenida, la organización obligó a los supervivientes a votar a quién de los tres preferían en sus playas. Finalmente, Kiko y Arantxa se unieron a Playa Condena, algo que no sentó del todo a la modelo por tener que convivir de nuevo con el hijo de Bárbara Rey. Por su parte, Blanca se incorporó al equipo de Playa Olimpo.