Vivimos en una época donde la idealización de las relaciones sentimentales a través de las redes sociales es cada vez mayor, por lo que la sobreexposición a la sexualidad en los medios está marcando una era. Sin embargo, hay un gran porcentaje de mujeres que se encuentran entre los 20 y los 40 años que han decidido optar por la soltería, ya que consideran que mantener cualquier tipo de romance podría entorpecer otros de sus aspectos vitales. Algunas han decidido lanzarse a la maternidad en solitario mientras que otras han preferido no involucrarse emocionalmente con nadie para evitar el sufrimiento o el recuerdo a otras experiencias pasadas dolorosas.

La búsqueda de pareja a través de aplicaciones o plataformas digitales es muchas veces una tarea complicada. La desconexión entre las expectativas y la realidad provocan desencuentros constantes y relaciones insatisfactorias. Para muchas mujeres, estar en una relación puede significar perder el rumbo, descuidar relaciones personales y abandonar proyectos individuales. La incapacidad de algunos hombres para cuidar y respetar a sus parejas puede tener repercusiones devastadoras en la salud emocional y física de las mujeres involucradas.

El 90% de las conversaciones que se mantienen a través de las apps no acabarán en cita, y las mujeres lo saben. Mucho tiempo invertido para llegar, en el mejor de los casos, a una primera cita en la que el desencuentro es casi garantizado, ya que las expectativas por lo imaginado son demasiado altas.

Muchas de estas mujeres acuden a terapia porque se sienten perdidas en las relaciones y en la mayoría de estas historias hay detrás un hombre que no ha encajado con sus necesidades. La pregunta importante que se llegan a hacer algunas mujeres en terapia es ¿qué hago yo aquí, por qué me quedo al lado de alguien así? No solo eso, sino que se dan cuenta de que ellas mismas han pasado por periodos de locura transitoria, obsesión palpable con estas personas que ni las tratan bien, ni las quieren. Algunas mujeres consiguen hacer de estas parejas maridos y padres de sus hijos, manifestando una queja constante al respecto de ellos, un sufrimiento sin límites que, en ocasiones, lleva aparejados malestares en el cuerpo e, incluso, enfermedades que ellas mismas relacionan con ese malestar que viene de lo emocional.